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LA ENTREVISTA DEL MES

“La educación como un canal para que los niños y niñas migrantes vean el mundo de diferente forma y puedan elegir su camino”- Andrea Rincon

– “Es muy diferente un niño que tiene una casa, una cama, un baño y que tiene un tutor o un papá que vive ahí con él,  a un niño que vive en casas compartidas con otras 200 personas, que no tiene espacio personal y que además no sabe si se va a quedar en la ciudad o no”. 

 

-“Tenemos el reto de cubrir estas necesidades y adaptarnos a estas caravanas y a las dinámicas de las personas; porque son personas diferentes las que llegan, no son números, son personas con diferentes gustos y diferentes necesidades.

 

                     Andrea Rincón tiene 22 años y es fundadora de la organización Border Youth, estudiante de la Licenciatura en Administración Pública y Ciencias Políticas en UABC, es hija de papás migrantes que llegaron a esta frontera con la idea de cruzar a Estados Unidos. 


Desde los 9 años Andrea empezó a interesarse por el tema migratorio, realizando un documental que se llama “El mismo cielo” para la organización “Save the children” (Click aquí para verlo), donde relató su historia y su perspectiva como niña del muro. 

El caso de Anastasio Hernandez influyó en su involucramiento dentro de la migración y a los 17 años empezó a organizar campañas de asistencia social, recolectando víveres y ropa para las caravanas de migrantes que empezaban a llegar a la ciudad, poco después se empezó a involucrar directamente con organizaciones defensoras de los Derechos Humanos de los migrantes, empezó en Border Angels como voluntaria y llegó a coordinar un grupo de jóvenes con la idea de involucrarlos en los temas migratorios binacionales. 

 

En 2019 coordinó en colaboración con la organización “School box project”, el proyecto denominado “Escuela móvil, que se trata de un camión adaptado como salón de clases que estuvo visitando varios albergues de Tijuana, llevando clases y talleres a los niños y niñas en contexto de movilidad. 

 

En el 2020 inicia su organización “Border Youth” donde empezó con el proyecto denominado “Escuela digital” que nace de la necesidad de proteger el Derecho a la Educación de las infancias tomando en cuenta que están en condición de precariedad y en su mayoría no cuentan recursos. La idea es ofrecer clases y talleres educativos a esta comunidad vulnerable. 

 

Andrea nos cuenta un poco sobre el  reto de defender el derecho a la educación para los niños y niñas migrantes de esta frontera.

 

¿Cómo decides enfocarte a proteger el Derecho a la Educación? 

 

Dejando de lado la romanización de que la educación puede cambiar el mundo o que es una herramienta para ofrecer mejores posibilidades de vida, este proyecto que estoy encabezando es mas entrar a la acción bajo el entendido de que la migración es muy compleja, porque no se trata de llegar y enseñar o imponer un sistema educativo, es más llegar a convivir con los niños, aprender y adaptar estos programas educativos que estamos llevando a los albergues.  Buscamos llevarles algo que sientan que es de ellos y que sea algo que pueden controlar dentro de todo lo que viven que está fuera de su control. 

 

En las clases y talleres ellos son los protagonistas y eso es lo que nos gusta llevarles: un sentimiento de control a su vida. 

 

¿Es la educación un reto en la frontera? 

 

Hay muy poco entendimiento del gobierno en este tema de dar educación a las infancias migrantes, es muy diferente un niño que tiene una casa, una cama, un baño y que tiene un tutor o un papá que vive ahí con él,  a un niño que vive en camas compartidas con otras 200 personas, que no tiene espacio personal y que además no sabe si se va a quedar en la ciudad o no. 

 

Entonces el gobierno no tiene la capacidad de dar un programa educativo de emergencias y lamentablemente tampoco ningún organismo internacional. 

 

Somos las organizaciones binacionales quienes nos hemos encargado de poner un curita a esta herida que tiene nuestro gobierno y se entiende porque es un tema muy complejo que tiene muchas barreras empezando por el idioma. 

 

Sin duda hace falta poner el foco ahí, porque si nos ponemos a pensar en que hay gente que no tiene que comer o donde dormir, no va a estar preocupada por estudiar, pero no hay que dejar de lado que es una necesidad básica e indispensable que se tiene que cubrir incluso con los recursos públicos. 

 

¿Cómo se ha modificado esta necesidad con la llegada de las caravanas a la ciudad? 

 

Claro sin duda alguna, porque dos semanas tienes a los mismos alumnos o alumnas y no se pasan tres días y ya se fueron y llegaron 5 o llegaron 10 nuevos niños, es una movilidad constante y más con estas caravanas que llegan a solicitar asilo o refugio. 

 

No hay estabilidad, las leyes van cambiando, la gente se va moviendo de un lado a otro, de un lugar a otro, y nosotros como organizaciones tenemos el reto de cubrir estas necesidades y adaptarnos a estas caravanas y a las dinámicas de las personas; porque son personas diferentes las que llegan, no son números, son personas con diferentes gustos y diferentes necesidades.

 

Sin duda tenemos un reto y por eso es necesario el acercamiento con las personas. 

Para “Border Youth” vienen muchos retos en sus proyectos educativos y continúan trabajando para generar laboratorios y talleres para las personas y niños migrantes y sin duda el derecho a la educación es una de las prioridades para esta organización.

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