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SALUD MENTAL Y MIGRACIÓN

Fronteras en el cuidado de uno mismo y de los otros  

 

Por: Dr. José Carlos Palacios Montoya

Coordinador de la licenciatura en psicología

Ibero Tijuana

carlos.palacios@tijuana.ibero.mx

 

 

Se puede decir que para cuidar a los demás primero tenemos que cuidarnos a nosotros mismos, también que cuidar a los otros es la mejor manera de cuidarnos. En realidad, son ideas que se complementan. Pero actualmente cuidarnos y cuidar de otros suelen parecer polos opuestos. 

 

Vivimos en un tiempo de mucho egoísmo y bajo una ignorancia fundamental, hay algo que no sabemos: estamos todos en el mismo barco. Creer y sentirme separado de los demás es parte de nuestra forma de vivir actual, mi trabajo, mi casa, mi familia, todo mí. 

 

Por esto establecemos entre nosotros y los otros, fronteras de metal, de emociones y actitudes. ¿Cuáles son las consecuencias de las fronteras mentales y materiales que organizan nuestra vida? 

 

Una de las principales consecuencias es el sentimiento de aislamiento, de soledad y segregación. Que sea un sentimiento no quiere decir que no se corresponda con una realidad. Hay muros que nos separan, actitudes también. Recordemos que estas actitudes y realidades materiales son producto de la ignorancia y del miedo. Creemos que podemos vivir sin cuidar la vida de los otros y vivimos cuidándonos de los otros.  

 

No sabemos que estamos conectados, un ejemplo es lo que pasó el jueves 14 de marzo en Tijuana: un sismo dañó un puente. El lunes 18, le pregunté a un amigo si el que cerraran el puente nos afectaría, me dijo que no, que se encontraba muy lejos de nuestro espacio de trabajo. Horas más tarde nos dirigimos a una oficina de gobierno y el tráfico que no pudo pasar por el puente nos atrapó, estamos todos conectados, pensé. Después, de regreso de la oficina nos cruzamos con mucho tráfico y muchas personas en situación de calle.  

 

El mismo compañero de trabajo me pregunta cuáles son las historias de las personas que terminan viviendo en la calle. Primero le di una respuesta muy técnica, los datos: migración, usos y abuso de sustancias, abandono por edad o enfermedad mental. Después me di cuenta de que estaba hablando de consecuencias y no de causas de la situación. 

 

Las causas son las fronteras mentales y materiales, creer que si acumulo riqueza de forma poco ética no afectará a muchos otros, creer que no pasa nada si genero basura, que el agua no se agota, que mientras me sienta cómodo el mundo seguirá girando. 

  

A fin de cuentas, no respondí su pregunta, él quería saber de las historias, después me di cuenta de lo importante de las historias. Saber que cada caso cuenta, que todos y cada uno de los que viven en la calle tienen una historia humana, con desgracias y dichas, quizá más de unas que de otras. 

 

Me di cuenta entonces de una frontera, un muro en mí, uno que deshumaniza, que evitaba atender a la pregunta por las historias, por los seres humanos que tenía enfrente. Estaba cuidando de mí mismo, me preocupa y angustia no poder hacer algo por quien la pasa mal, me daba miedo caer en una situación similar. Pero esa forma de cuidado no es efectiva, es como usar una venda en los ojos para pasar un campo minado.

 

 Al final estamos todos conectados. Hace falta observar con atención para notar que si estar en situación de calle tiene múltiples causas habrá también múltiples formas de atender dicha situación. 

 

Por ejemplo, se pueden visibilizar las historias y condición humana de quienes están en situación de calle, compartir con ellos algo de lo que se tiene, cambiar la mirada que les dirigimos. Lo más importante me parece es estar atentos a la deshumanización, a la que nos jala nuestra forma de vida actual y a partir de poner atención en esto poder pensar múltiples vías de acción, para cuidarnos cuidando de los otros. Nosotros también somos los otros.  

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