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Salud Mental y Migración

Cuerpo, trauma y hospitalidad

 

Por: Dr. José Carlos Palacios Montoya

Coordinador de la licenciatura en psicología

Ibero Tijuana

carlos.palacios@tijuana.ibero.mx

 

 

No es casualidad que dos de los textos de referencia actuales respecto al trastorno de estrés postraumático se llamen “El cuerpo recuerda” (Rothschild, 2003) y “El cuerpo lleva la cuenta” (Van der Volk, 2020). Hay en estos dos títulos, a su vez, dos elementos constantes, el cuerpo y la memoria. La experiencia atendiendo a personas que han pasado por eventos traumáticos ha dejado en claro las limitaciones de los fármacos e incluso la psicoterapia. Por otra parte, las prácticas corporales o que el cuerpo viva otras sensaciones y ambientes que se vuelvan seguros parece tener muy buenos alcances. En realidad, ni las prácticas corporales ni la psicoterapia o los fármacos pueden generar un alivio por sí mismos. En su combinación estos elementos resultan mucho más potentes, claro que todo depende siempre del caso. 

 

 

En un estudio realizado en unidades de medicina familiar en la frontera norte de México (Leal, Vázquez y Cantú,2013) se encontró que 49.68% de las mujeres y 50.36% de los hombres presentaban TEPT. Entre los factores productores de estrés más comunes se encontraban desastres naturales, muerte violenta o repentina de un familiar cercano y violencia intrafamiliar. Sabemos que no todos los pobladores de la frontera son migrantes, pero muchos lo fueron y también sabemos que la prevalencia de TEPT no supera el 5% en otras zonas de México. Hay muchos factores que establecen una relación entre dejar el lugar de origen y el trauma. Vivir en una frontera o pasar por una es en la actualidad una condición propicia para generar o repetir un evento traumático. 

 

 

Regresando al tema del cuerpo el Filósofo Michell Serres, en su libro Variaciones sobre el cuerpo (2011) señala la función del cuerpo como refugio. Propone que al ser los humanos un animal bípedo, perdemos la condición protectora del cuerpo que caracteriza a los mamíferos cuadrúpedos. Las cuatro patas puestas en el suelo son ya un punto de anclaje y forman un refugio. Nosotros los seres humanos necesitamos una construcción extra, un hogar que sea un refugio con hospitalidad. Bípedos en marcha nunca dejamos del todo de ser nómadas. Nos movemos ya sea por la inclemencia de los fenómenos naturales, la crueldad de algunos grupos humanos o incluso por el impulso a conocer lo desconocido. En los fenómenos migratorios actuales hay un poco de todo, aunque prevalece un mucho de violencia social y desastres socioambientales. Es entonces que el migrante es un sujeto que perdió su refugio y lo que le queda, su cuerpo, recuerda el refugio en llamas, en destrucción o amenaza de destrucción. El trauma no permite olvidar y eso es incluso una forma de apostar por la vida. 

 

 

Que recordemos el refugio perdido, la hospitalidad que nos brindaba y los afectos que dejamos atrás es un arma de doble filo. La vigilancia extrema, la hipersensibilidad, los dolores corporales, todo eso es el trauma, todo eso se siente. Por otra parte, siempre queda algo de calidez en los recuerdos. En la atención a la población migrante que ha pasado por eventos traumáticos podemos pasar de lado que el cuerpo humano que dejó de ser refugio físico se ha vuelto refugio psicológico. Tratamos de atender y solventar las necesidades fisiológicas olvidando el cuerpo como memoria. No se trata solo de dar alimento al refugiado, o un lugar que le cubra del clima, el refugio, la hospitalidad radical, implica acompañar a que haga hogar donde se encuentre. La hospitalidad radical nos la recuerdan los niños, esos que quieren ser amigos de otros, cuando preguntan a qué quieres jugar y se acomodan gentilmente al juego del otro sin dejar de proponer, hacen que el juego sea diálogo. La hospitalidad es una oportunidad de generar otras memorias y de arropar el cuerpo traumatizado para que pueda pasar la noche y recuperar fuerza para seguir. 

 

 

Referencias: 

 

Leal-Morales, E. I., Vázquez-Martínez, V. H., & Cantú-Solís, O. N. (2013). Prevalencia de estrés postraumático en unidades de medicina familiar de seis ciudades de la frontera México-Estados Unidos de América. Atención Familiar, 20(4), 114-117.

 

 

Rothschild, B. (2003). The body remembers casebook: Unifying methods and models in the treatment of trauma and PTSD. WW Norton & Company.

 

 

Serres, M. (2011). Variaciones sobre el cuerpo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

 

 

Van der Kolk, B. (2020). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Eleftheria.

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